Hay fuerza en las lágrimas. Lloramos con gratitud por todos los maravillosos regalos de Dios que se nos presentan. Lloramos cuando compartimos momentos de gran euforia con los demás. Las lágrimas nos permiten estar en contacto con nuestros sentimientos más profundos. Nos ayudan a expresar nuestro dolor por los finales y la pérdida de aquellos que son preciosos para nosotros.
Las lágrimas son un don de gracia de Dios, y su fruto es siempre alegría. El llanto surge del corazón y significa un corazón abierto y ablandado. Quizás es por eso que tanta gente se avergüenza de llorar; No quieren revelar su vulnerabilidad. Sin embargo, muchos de nosotros hemos sentido las ricas dimensiones comunitarias de llorar con los demás.
Practicar el regalo de las lágrimas no solo nos acerca a los demás, sino que también señala nuestra gratitud a Dios por darnos las emociones primordiales que provienen del corazón.
Con frecuencia lloro durante la adoración (cantando canciones en la iglesia), leyendo la Biblia porque sé lo que soy y lo que es el amor de Dios.
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