¿Cuáles son las señales de que tienes problemas de ira o ansiedad?

La amígdala “secuestro”

No podemos controlar nuestro cerebro de reptil más de lo que podemos controlar nuestra digestión o el latido del corazón.

Cada vez que cambiamos la amígdala, “se secuestra” nuestra conciencia, lo que nos dificulta concentrarnos. Durante estos ataques de ansiedad, la amígdala inunda nuestro cuerpo con las hormonas cortisol y epinefrina (adrenalina) que generalmente nos hacen entrar en modo de lucha, huida o congelación. Cuando esto sucede, volvemos inmediatamente a nuestros hábitos, actitudes y creencias. Esto a menudo nos hace reaccionar de forma exagerada de maneras que más tarde nos arrepentimos. Estos secuestros pueden durar segundos, minutos, horas, días o incluso semanas.

Cada vez que un cambio nos saca de nuestra zona de confort, sentimos incomodidad. Por lo general, esto toma la forma de un mayor temor o ansiedad, que a menudo se presenta como ira. Vemos los resultados desafortunados de estos secuestros todos los días. El desarrollo de la inteligencia emocional reduce los efectos dañinos de estos secuestros impulsados ​​por la amígdala al tiempo que nos permite aceptar el cambio.