No gestiono mi lado creativo. La creatividad se desempeña mejor cuando se le da rienda suelta, no se administra. Gasto tanta energía administrando todos los demás aspectos de mi vida que complacer mi creatividad es un gran alivio.
Hay muchas formas de ser creativo, y personalmente, dejo espacio cada día para crear algo. Incluso en días muy agotadores cuando trabajo largas horas, me tomo unos minutos aquí y allá para dibujar o soñar despierto. Siempre estoy involucrado en múltiples proyectos y constantemente estoy haciendo algo.
La necesidad de escribir, de hacer arte, de crear algo nuevo, es esencial para mí. Me saltearé las comidas o me iré sin dormir antes de irme sin hacer algo. Lo necesito. Necesito ser productivo, debo convertir las ideas en una realidad concreta, debo comprometerme con el mundo compartiendo lo que tengo en la cabeza de forma tangible. Es para lo que soy bueno y me sostiene a través de todos los demás problemas de la vida.
Mi mente siempre va y mi imaginación es ilimitada. La única forma de compartir realmente una parte significativa de mí mismo con otras personas es mediante la traducción de mi realidad mental en algo concreto que pueda ser visto, escuchado o sentido por otras personas. También es la única forma de liberar algunas de las “cosas” abrumadoramente poderosas que están atestando mi cerebro.
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Así que creo cosas, constantemente, prolíficamente, sin cansarme. Desearía poder llevar la mitad de esa energía a tareas mundanas y necesarias. Pero mi cerebro no funciona de esa manera.