Algunas personas han llamado a este “instinto de supervivencia” otras el “imperativo biológico”.
Nuestra perspectiva de la vida es a menudo dictada por nuestro punto de vista. Pensamos en ello como “nuestra” vida cuando, en realidad, nuestros cuerpos son solo un pequeño rincón de la Vida, el que obviamente ha sido asignado a nuestro cuidado.
Algunas personas logran cuidar muchas vidas, otras apenas pueden manejar la que se les da.
De cualquier manera, no es “nuestra” vida, es nuestra responsabilidad. La vida continúa sin nosotros. Nuestras células tienen una misión que cumplir. La evolución de la conciencia a través de la evolución y persistencia de nuestra especie. TODA la vida es después de este mismo objetivo.
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Abrazar la muerte. Abraza tu muerte. Hasta que podamos apreciar cómo sería la Vida sin nuestra participación, sin que lo inhalemos, sin que luchemos por proteger, nutrir y entrenar a nuestros jóvenes para que hagan lo mismo por ellos, sin que contribuyamos apasionadamente a la cultura, la educación y la ciencia y una armonía. Equilibrio entre tecnología y naturaleza, sin nosotros … La vida no sería lo mismo.
Seguiría, pero no sería lo mismo.
Somos infinitesimales e infinitamente importantes, a la vez.
Los bloques de construcción fundamentales del universo son la paradoja y la ironía. La vida tal como existimos dentro de ella se divide en patrones reconocibles. Días, semanas, tierra, océano, árboles, ríos. Estas cosas tienen principios y finales. Estamos diseñados para creer en cosas como “antes” y “después”, “más” y “menos”.
Esas son distinciones arbitrarias en el infinito eterno. La muerte desafía nuestra comprensión de la vida. Puede obstaculizar el progreso que estamos haciendo como especie.
Nuestras células nos dicen que continuemos, que impulsemos el significado y el propósito del pasado, que hagamos lo que se necesita hacer incluso en la inutilidad de la gigantesca nada en el otro extremo.
Porque los seres humanos tienen algo llamado dignidad que se alimenta cuando hacemos lo correcto, desinteresadamente, como un compromiso con un bien mayor. A la humanidad. A la experiencia astronómicamente imposible, brillante y hermosa de entregarnos completamente a estar vivos.
Yo creo que.