¿Qué cambiaría si cada vez que alguien no presta atención se vuelva azul?

El Metro de Nueva York se descompondría, su gato contraería hepatitis, los calzoncillos del presidente se desgarrarían, los Ministros de Relaciones Exteriores alemanes arderían espontáneamente, las reuniones de la Unión Africana se trasladarían a Shanghai, los estibadores chinos derribarían Hong Kong, comería en casa de Angelina. En Versalles, la ventana de Madame Lefevre necesitaría una buena limpieza, y cogeré las 10.15 desde la estación de París Gare du Nord, leeré El País y esperaré a cenar en Moscú.