Una vez, estaba teniendo un mal día y me vi atrapado en una lluvia intensa. Frustrada conmigo misma, decidí refugiarme en una fila de tiendas y finalmente me dije que iba a comprar un poco de helado solo para sentirme mejor. Cuando tuve suerte, cuando estaba a punto de ordenar y después de tomar algunas ‘muestras gratuitas’, me di cuenta de que no tenía dinero suficiente para pagar al helado por el viejo. Sintiéndome avergonzado, le dije que no tenía suficiente dinero, me disculpé y estaba listo para salir por la puerta. En cambio, me respondió con una sonrisa y me dijo que estaba bien, ordené y le pagué cada vez que tenga dinero.
Me quedé allí estupefacto por un segundo, conmovido por la generosidad del hombre. Me aseguró que estaba bien, me dio dos grandes bolas de helado y me dijo que me cuidara. Le aseguré en innumerables ocasiones que definitivamente le devolveré el pago al día siguiente, le ofrecí dejarle mi número en caso de que lo olvide, etc., y me dijo simplemente “No, no es necesario. Pague cada vez que lo haga”. En una fracción de segundo, mi día entero se dio vuelta.
QUE, es amabilidad. Estar dispuesto a ser compasivo y útil para alguien, cualquiera, sin importar la situación. Darle a alguien el beneficio de la duda y creer en la mejor parte de ellos. Un acto aparentemente pequeño de amabilidad recorre un largo camino, alentándote a que lo pagues a futuro.
Lo peor que puede pasar por ser amable es que te vuelvan un tonto, podrías darte por sentado, serías vulnerable.
Quizás es por eso que es tan difícil encontrar a alguien sincero, todos estamos ocupados cuidándonos, preocupándonos de que los demás nos den por sentado si somos demasiado amables. A nadie le gusta sentirse vulnerable.
- Tengo problemas para comunicarme con la gente. ¿Tomar clases de actuación ayudaría?
- No puedo encontrar un tema para hablar con la gente. ¿Qué debo hacer?
- ¿Por qué mi jefe dijo “Tengo miedo de ti” frente a otros empleados?
- Cómo reaccionar si alguien te está amenazando por tu apariencia.
- ¿Cómo puede un hombre como dos personas a la vez?
Le pagué al hombre al día siguiente, le dejé una propina enorme, les conté a todos que conocía la historia para que visitaran su tienda y esa fue mi tienda de helados favorita desde entonces.
No hace falta decir que ganó un cliente leal y la fe en la humanidad se restauró ese día para mí.