Este no es un rasgo exclusivamente estadounidense, sino uno que compartimos con muchas otras culturas en todo el mundo. Otras culturas le dan un gran valor al individuo que es autosuficiente tanto física como emocionalmente. La necesidad es vista como desesperación y debilidad, y por lo tanto es algo que debe ser despreciado. Para ilustrar mi punto, piense en un vendedor que está tan desesperado por cerrar un trato y mantener su trabajo que promete en exceso los resultados o manipula a un prospecto para realizar la venta, mientras que culpa a otros por sus fracasos. La obra de David Mamet (y su adaptación cinematográfica), Glengarry Glen Ross , nos da algunos ejemplos ficticios de la “necesidad” en las personas que encontramos en la vida cotidiana.
La mayoría de los estadounidenses viven dentro de una tradición y cultura de individualismo resistente, donde se le da un gran valor a la autosuficiencia con la capacidad de superar la adversidad y perseverar en tiempos difíciles. En muchos sentidos, es lo mismo que la cultura británica de mantener un “labio superior rígido” cuando se enfrenta a una situación potencialmente desastrosa y la cultura asiática de “salvar la cara” y mantener la propia dignidad. Admiramos al equipo de fútbol más débil que se levanta y derrota al equipo de potencia clasificado a nivel nacional. Encontramos héroes en vaqueros ficticios y reales, soldados y madres solteras que, a pesar de todo, tienen éxito. Las personas “necesitadas” son consideradas con desdén a menos que tengan una discapacidad física o mental que les impida ser autosuficientes. Las personas que dependen de otras personas, como familiares, amigos o el gobierno para su apoyo, son consideradas débiles y son devaluadas como miembros de la sociedad.
Ese pensamiento se traslada tanto al lado emocional como al físico. Las personas que necesitan el apoyo emocional de los demás se consideran débiles e incapaces de sobrevivir por sí mismas. Aparecer “necesitado” en el sentido emocional es un signo de debilidad tan importante como la necesidad física. En las relaciones, tanto románticas como sociales, la necesidad a menudo se ve como manipuladora, e incluso la apariencia de necesidad, sin importar cuál sea la razón, se ve como un defecto del personaje. Si bien no necesariamente llamaría a esto una obsesión, es algo que influye en cómo manejamos las transacciones e interacciones de la vida cotidiana.
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