¿Cuáles son algunas interacciones notables con personas esbozadas que has tenido?

Una vez en un lavado de autos, tuve un adicto a las metanfetaminas que intentaba venderme unas piedras que él garantizaba que eran diamantes en su interior. Tenía 16 años, estaba oscuro, estaba a punto de poner una mano llena de cuartos en la máquina cuando este hombre alto y desaliñado, sin hogar, me asaltó y me dijo: “¿Quieres comprar unos diamantes, veinte dólares?” Me di la vuelta y, sin previo aviso, se acomodó en posición fetal, agachado en el suelo, diciendo: “¡ESTO ES CÓMO SE HACEN LOS DIAMANTES, CON PRESIÓN, COMO ESTO, EN EL MEDIO DE LA TIERRA!” Me hubiera reído, pero me sorprendió, me pareció doloroso lo duro que estaba tratando de meterse en un diamante. Apareció, se acercó mucho a mi cara y dijo: “Son reales, lo juro”. Le dije: “Suena como un buen trato y, pero creo que es mejor que me vaya”. Su expresión se volvió violenta y su rostro se contrajo ligeramente. Sostuvo y sostuvo un puño cerrado lleno de diamantes en una mano y deslizó la otra mano en su bolsillo mientras cerraba la distancia entre nosotros. Susurró con los dientes apretados “¡es un buen trato, maaan!” Le entregué los cuartos y dije “esto es todo lo que tengo”. Agarró el dinero, me entregó el diamante y desapareció en las sombras. Desafortunadamente, ese no fue mi primer o último encuentro incompleto con un adicto a la metanfetamina.