¿Alguna vez has sentido que te estás convirtiendo en una mejor persona para ti mismo y peor para los demás?

Al crecer, permití que la gente me diera por sentado. Yo era un felpudo. No expresé mi opinión y me importaba lo que pensaran mis amigos. A medida que crecí, llegué a comprender que a estos “amigos” no les importaba. Que no los necesitaba. Ahora no dejo que la gente me pise y me use. Soy mi propia persona Digo mi voz y tomo mi propia decisión. Aunque para mis compañeros ahora soy aburrido y grosero, para mí mismo soy confiado y feliz.