Es como estar en una montaña rusa. Al comienzo del viaje, nunca sabes realmente si te vas a sentir eufórico o simplemente te vas a cagar en los pantalones.
Y entonces, comienza el paseo. Lentamente, asciende lentamente a la cima mientras construyes el coraje para compartir cómo te sientes, cuando te das cuenta de que es así, la única salida es a través del viaje.
Has alcanzado el pináculo de tu fe justo antes de soltarte y golpear, el viaje desciende de inmediato. Y en tu cabeza, estás asustado y gritando mientras piensas, ¿qué dirán? ¿A ellos también les gusto?
Y a medida que redondeas la curva en la pista de nivel, acercándote a la siguiente subida, levantas el estómago y esperas su respuesta.
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Todo depende de cómo se reciba y de si la otra persona siente lo mismo por ti.
Si va bien, será el comienzo de una nueva experiencia y querrás dar ese paseo una y otra vez. Pero, si no va tan bien, entonces, puede que pienses que es mejor que te limites al tiovivo por un tiempo, hasta que puedas manejar mejor las vertiginosas alturas del amor.