He tenido un innegable miedo a las muñecas desde que mis padres me presentaron a Child’s Play y a Dolly Dearest.
Las muñecas son el engendro de Satanás y de todos los males del mundo.
De todos modos, para uno de mis cumpleaños, obtuve ESTA muñeca en Walmart:
- ¿Cuál es la mentalidad detrás de la comunicación y de pasar tiempo con las personas sin estar apegado a ninguna de ellas? ¿Cómo bajas tus expectativas?
- ¿Cuáles son las cosas más importantes que debe saber acerca de una persona?
- Cómo hacerse amigo si eres tu propio enemigo.
- ¿Alguna vez le enseñas a la gente tu verdadero ser?
- ¿Qué es lo más satisfactorio que has hecho para volver con un compañero de trabajo grosero?
(Imágenes de Google)
Sí, tengo una razón por la que no puedo mostrarte la que tenía.
Respuesta simple, la destruí y toda su maldad.
Al principio ADORÍÉ la muñeca, principalmente porque no solía asustarme durante el día.
Oh-ho-oh chico, pero en la noche dejé que todo miedo me dominara.
Más tarde esa noche no pude dormir, porque tenía miedo de que la muñeca usara su mano usualmente pequeña pero espeluznante para agarrar un objeto afilado y sacar uno de mis hermosos ojos.
Así que lo envolví en una manta, lo coloqué en la esquina y solo conseguí la mitad de buenas noches de sueño.
Un avance rápido de unos meses,
Mi indudable miedo a las muñecas debe haber crecido, porque no podía estar en la misma habitación que sin miedo.
Entonces, mi hermana y yo creamos un plan a prueba de genios y muñecas.
Básicamente íbamos a torturar a la muñeca para que nos temiera y nunca pensara en lastimarme (bueno, básicamente … ¡no me juzguen!).
Antes de eso tratamos de hacer feliz a la muñeca para que no nos matara, pero queríamos estar libres de la carga que significaba mantenerla feliz.
Ehem, así que conseguimos mi cuerda de saltar púrpura, una bufanda, una tijera y un marcador, tal vez algunas cosas más, pero se me olvidó.
Cargamos contra la muñeca con todas nuestras fuerzas, en aquel entonces teníamos fuerza de voluntad, porque no sé si volvería a hacerlo.
Lo atamos con la cuerda para saltar, lo vendamos con la bufanda, garabateamos en su cuerpo con el marcador y comenzamos a cortarle el pelo para darle un peinado horrible.
Tal vez el corte de pelo tuviera algo que ver con el hecho de que la muñeca se suponía que era una estilista.
Después de eso, lo envolvimos en una sábana y luego lo atamos con hilo rojo.
Luego lo bajamos de nuestro garaje y lo enterramos bajo una montaña de viejas cajas inútiles.
Estoy feliz de que esté en el basurero ahora, con suerte no volverá como lo hizo Chucky.
¡Ese es un problema al que me enfrenté y mi miedo a las muñecas definitivamente durará toda la vida!