La curiosidad es definitivamente algo muy bueno. Creo que nuestra curiosidad e ingenio innatos nos han convertido en la especie que somos ahora. Sin esas cualidades, muchos inventos no habrían llegado a existir. Los inventores son personas naturalmente curiosas que nunca pueden satisfacer su deseo de aprender más.
Ni siquiera puedo imaginar cuántas personas habrían muerto si Fleming no hubiera querido averiguar cómo curar enfermedades. Sin la curiosidad de Benjamin Franklin, la electricidad se habría descubierto mucho más tarde. Lo mismo con el teléfono, el descubrimiento de América y muchos más. Y estos son sólo algunos ejemplos.
El hecho de querer saber más sobre algo te abre a experiencias desconocidas, te hace cuestionar el mundo que te rodea. Newton vio que las cosas se caían todos los días y, a pesar de esto, seguía preguntando por qué lo hacían. Pero no estaba satisfecho con las respuestas que otros le dieron, por lo que desarrolló el cálculo y reinventó la mecánica como la conocemos hoy.
Y esto es hermoso. El mundo es un lugar grande y fascinante. La comprensión de que hay tanto que no sé todavía me motiva mucho. Las personas curiosas siempre cuestionan sus ideales actuales, no aceptan el status quo y aceptan las opiniones de otras personas. Queda mucho por aprender, siempre y cuando no pierda el sentido de la curiosidad.
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