En los años 80, Eddie Murphy hizo chistes sobre amigos que se tiraban pedos a sus amigos (¿era Raw o Delirious?). Una amiga mía me confesó una vez que “a veces” le gustaba el olor a pedos. Solía haber un chico en mi círculo social en mi adolescencia, apodado “Klanyaris” (en griego, “pedo”), y se complacía en tirarse pedos en las personas y criticar los pedos de los demás. Y debo admitir que a veces, yo también siento un cierto placer perverso (aunque no la excitación sexual) al oler mis propios pedos, incluso (o especialmente) cuando son realmente desagradables. Cuando es realmente malo, es una especie de logro.
Puede que no sea un fetiche común, pero no creo que sea una exageración pensar que hay más de pocas personas que lo tienen.