Por supuesto, puede ser muy divertido perderse en pensamientos y sueños agradables. Sin embargo, una cita budista viene a la mente. “Todos saben que no deben quedarse atrapados en el infierno, pero pocos saben que no deben quedarse atrapados en el cielo”. Pienso en esto en este contexto porque ese feliz soñar despierto también puede empoderar a un lado oscuro. Cuando el sueño se vuelve enojado o turbulento, esa habilidad desarrollada para vivir en un mundo imaginario puede ser contraproducente, ya que uno tendrá más dificultades para escapar de la pesadilla de la vigilia. La meditación se trata de cambiar los hábitos de la mente. Uno de los hábitos que se están desarrollando es vivir en el mundo real.
Un ejemplo amplificado es beber. Unos pocos tragos pueden liberar una buena dopamina y dar un contacto más directo con una sensación agradable. Pero cuando algo sale mal, las emociones intensas resultan en un borracho enojado, de mal humor o deprimido. La espada corta en ambos sentidos. Probablemente has visto o sentido un ejemplo.