En realidad sentí lo contrario. Mi cuerpo parece temporal pero mi conciencia soy yo para siempre. Esto viene de una práctica de meditación de muchos años donde me doy cuenta de que mi cuerpo y mi personalidad son solo ropas en esta vida. Mi conciencia, mi espíritu continúa para siempre. A medida que practicamos la meditación del corazón, se abre un vasto espacio en el interior. Aquí no hay cuerpo, ni pensamiento, solo ser-ness, una presencia sin fronteras. Al recibir esta paz interior interminable se obtiene una comprensión clara de que no somos este cuerpo, no nuestra personalidad, nuestra historia personal. Somos mucho más, una conciencia íntima interminable, una conexión con la vida misma. El otro lado, la eternidad no está más allá del corazón dentro de nuestro corazón.
Un retrato de nuestra mente que despierta