Olvidar tu primer amor es una de las cosas más difíciles. Fue la primera vez que experimentó esos escalofríos que le corrían por la espalda cuando esa persona pasa o la sonrisa que se forma en su rostro cuando ve que su nombre parpadea en su teléfono. Cuando tus días tienen un significado y la realidad se ve mejor que los sueños. Cuando todo lo que haces es pensar en ellos y preguntarte qué harían, imaginando su reacción a diferentes cosas. Cuando todo lo que quieres hacer es escuchar su voz y tal vez grabarla y escucharla cuando no puedas sentir su ausencia. Cuando sientes esas mariposas en tu estómago, esas sonrisas no solicitadas solo por pensar en ellas. Todo lo que nos rodea parece un hermoso sueño, anhelas su presencia, la ausencia te preocupa, sientes la necesidad de hacerlos felices. El amor es una necesidad, es una emoción, no envidia ni se jacta. Tu primer amor es una de las mejores cosas que te han pasado. Cuando te enamoras de alguien por primera vez, puedes diferenciar entre el enamoramiento y los sentimientos verdaderos. El vínculo que compartiste con tu pareja, esos recuerdos eternos siempre estarán contigo y te lo recordarán de vez en cuando. Tu primer amor es incomparable, no importa cuánto hayas avanzado en tu vida, tu primer amor siempre está ahí en un rincón sagrado de tu corazón. Diez años después, aún querrá saber dónde está, cómo va todo y cómo son las cosas. El primer amor nunca muere, siempre vive en tu corazón. Cuando dejas que esa persona se vaya por primera vez, incluso cuando tu corazón te dice que no lo hagas, ese dolor en algún lugar o en el otro seguramente se quedará contigo. En algún momento, definitivamente recordarías los recuerdos y todo volverá a parpadear.
Tu primer amor se convierte en una huella azul en tu corazón que nunca puede desaparecer sin importar lo que hagas. La gente se va, los recuerdos no. De la misma manera que el tiempo cura todo, pero las cicatrices permanecen 🙂