Solo pregúntale por el amor de Dios. Solo dile que te gusta y que te gustaría conocerlo mejor. Nada malo pasará si lo haces.
Pero si tratas de hacer que te hable, eliminando pistas y jugando, entonces se confundirá y asustará, y huirá. La honestidad es la mejor política, y nadie fue a la cárcel por honestidad, expresando su gusto por otra persona.