Uno de los indicadores genuinos del desarrollo espiritual de una persona, ocurre cuando la persona pierde la fascinación con su propia persona.
Uno de los indicadores genuinos del fracaso de una persona para avanzar en el desarrollo espiritual, es su compulsión a pensar continuamente sobre sí mismos, hablar sobre sí mismos y escribir sobre ellos mismos.
Su objeto continuo de fascinación es su “yo”.
Si una persona tiene el propósito de “saber” cosas sobre sí misma, no está avanzando muy rápido.
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Cuando una persona comienza a avanzar espiritualmente, la palabra “I” comienza a desaparecer.
De sus comunicaciones públicas y su pensamiento.
Los primitivos sociales piensan en sí mismos, casi continuamente.
Nunca se les ocurre que los pensamientos de los demás son una alternativa viable.
Los primitivos sociales operan continuamente en el ámbito superficial en el que hacen poco más que continuamente “reorganizar” o “gestionar” la forma en que piensan acerca de otras personas.
Los que avanzan espiritualmente, realizan acciones que son beneficiosas, con y para otras personas.