El resentimiento que sentimos por la acción pública de otras personas se deriva simplemente de la cultura y la manera en que se creó la sociedad con la que crecimos. En contexto, sí, tiene algo que ver con la infancia, donde se expuso nuestra base de lo que es correcto e incorrecto.
Para las personas que crecieron en un lugar donde la manifestación pública de afecto es normal, los besos públicos son un medio aceptable de mostrar sus sentimientos. Pero para aquellos que crecieron en una sociedad secular o estricta, los besos públicos son casi un crimen.
Cada lugar o hábitat social tiene su propia práctica social aceptada. Al igual que en mi caso, crecí en un lugar donde hombres y mujeres están constantemente separados y hasta prohibido estar juntos. Esto, cuando era pequeño, era mi norma aceptada. Incluso después de haber ido a lugares y haber observado otras culturas y sociedades, todavía tengo esa creencia fundamental en mí. Mi exposición a otras prácticas me ha permitido aumentar mi tolerancia a las prácticas contrarias a las mías, sin cambiar mis creencias fundamentales.
Hoy, cuando veo que la gente hace lo que creo que no es normal para mí, simplemente me digo a mí misma que eso es probablemente lo que es normal para ellos, porque en el lado opuesto también es posible que no lo consideren normal, mirando la forma en que hago las cosas .
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