¿Algunas mujeres son más emocionales que algunos hombres porque les enseñaron a ser emocionales, no porque sean mujeres?

Emoción:

Si bien a las mujeres en muchas culturas se les enseña a ser “más emocionales”, eso solo significa expresar emociones dentro de ciertos parámetros, así como a los hombres se les enseña a expresar emociones dentro de ciertos parámetros (y generalmente diferentes). Uno no es “más” que el otro, aparte de las percepciones arbitrarias de una actividad o muestra de ser menos expresivo que otro.

Este emocionalismo es una fuente de fuerza y ​​poder, para ambos sexos. Si bien este tipo de poder tiene una estructura aproximadamente piramidal, lo que significa que los individuos más poderosos tienden a beneficiarse más que los individuos menos poderosos del sistema, incluso los individuos menos poderosos pueden ejercer control o poder socialmente reconocido a través del sistema aceptado.

También existen problemas potenciales para mantener un diálogo autoconstructivo con la sociedad, el yo y el mundo, y la idoneidad de modelos particulares depende en parte de la biología personal y del entorno social, además del enfoque específico que se está implementando.

Patrones:

Es imposible determinar qué tanto del comportamiento asociado al género y la morfología neurológica es cultural, pero las investigaciones recientes muestran que el grado en que la enculturación puede moldear la madurez física y la perspectiva personal es lo suficientemente significativo como para poner en duda cualquier modelo absolutista de comportamiento y conceptualización.

Las estructuras de poder que definen el género son inherentemente limitantes y deterministas del comportamiento social, y siempre habrá déficits situacionales en el beneficio cuando se emplean tales sistemas. Del mismo modo, el antagonismo filosófico a través de la defensa social no es un medio para la libertad, sino la búsqueda de potenciar específicamente un sistema alternativo que de manera similar desproporcionadamente otorga poder a perspectivas y rasgos arbitrarios.

Conclusiones:

La superioridad de un sistema en particular no es realmente una cosa racional para evaluar, por lo que las personas deben hacer su propio pensamiento crítico y elegir estilos de comportamiento que cumplan con sus propios objetivos y, con suerte, proporcionar un mundo más humano. Somos, por naturaleza, una especie impulsada y definida por la competencia y la colaboración, y mantener un equilibrio adaptativo significa la creación de déficits, así como la dinámica de autodeterminación de la creación de déficit.

Además, muchas filosofías contemporáneas, como algunas ramas del feminismo, creen y profesan que “los hombres son el sexo más débil”. Por lo general, justifican esta posición al hablar de su perspectiva de que los comportamientos emocionales masculinos tradicionales o culturalmente arraigados son menos constructivos que los femeninos en su opinión, o la suposición de que las relaciones adversas son más definitorias de la masculinidad que de la feminidad, u otras teorías valorativas de la socialidad.

Es solo un juego de poder: quién debe actuar cómo, qué valor tienen los comportamientos y las filosofías particulares, si algo es hacia atrás, hacia adelante, progresivo, regresivo, equivocado, egoísta, altruista o loco.

No, es al revés. A los niños pequeños se les enseña (principalmente a los hombres en sus vidas) a no ser mariquitas: “NO muestres emociones. Los hombres reales son duros y resuelven problemas”: no ventilan ni lloran para desahogarse. A las niñas NO se les desanima y con demasiada frecuencia se las alienta a llorar, desahogarse, abrazarse y poner pequeños corazones sobre sus “i” y tirar cosas cuando están enojadas, hacer pucheros y mostrar sus emociones. (“Awwwww! No es ella
¡linda!”)