“Falta” parece ser una combinación de al menos cuatro factores: pérdida, habituación, necesidad / deseo y “crisis” situacional.
Si “tuvo” a alguien en su entorno de forma constante o regular, su ausencia genera una sensación de pérdida, como si alguien hubiera destrozado su automóvil o le hubiera robado su cámara o quemado su casa. La presencia de una persona es, al menos en cierta medida, satisfactoria de la misma manera que lo es “tener” cosas, aunque nunca se pueda tener una persona. Puedes experimentar su cercanía física y derivar un consuelo o una sensación de estabilidad a partir de eso. De la misma manera, el viejo árbol en el patio delantero, la fábrica al otro lado de la calle, el frasco de canicas que siempre guardamos debajo de la cama nos ayudan a anclarnos, y también a ciertas personas en nuestras vidas.
Uno desarrolla patrones de comportamiento y hábitos que giran en torno a las otras personas en su vida. Cuando estas personas están ausentes, los patrones de comportamiento y los hábitos no tienen ningún uso, propósito o relevancia, o tal vez ni siquiera se puedan realizar. La alteración forzada de los hábitos de una persona crea desorientación y malestar mental y emocional.
Uno puede (probablemente) necesita o desea más que la mera presencia física de una persona que probablemente “extrañará”. Ciertas comodidades como el tacto, el calor, el contacto sexual, la liberación emocional que proviene de abrazar o incluso una mirada compasiva, se convirtieron en cosas que uno espera y llega a desear o necesitar de manera continua. La ausencia de estos crea una especie de “hambre” que se percibe como solo saciable por la persona que se extraña. Es una especie de punzada de abstinencia.
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En nuestras rutinas diarias, nos encontramos con situaciones que hemos podido encontrar que son más fáciles o exitosas de navegar con la información o el consejo de esta o esa persona en particular. Es posible que ni siquiera pensemos en ellos fuera de estas situaciones, pero cuando surgen, nuestro impulso inmediato en “crisis” (sin importar cuán pequeño sea) es llegar a esa persona para pedirle su consejo, aportación, retroalimentación para encontrar mejor a nuestra persona. amarras.
La ausencia de una persona rompe cada uno de los cuatro mecanismos anteriores y hace que nuestros “desaparecidos”.
No es bueno ni malo que se pierda. Es normal.