Aunque la emoción consciente está realmente sucediendo en la mente, la sientes físicamente en tu pecho y abdomen, de hecho, los romanos atribuyeron las emociones al hígado. Las emociones fuertes causan, o quizás son causadas por, cambios en los niveles de adenalina que pueden producir sensaciones físicas de aleteo, dificultad para respirar, náuseas, latidos cardíacos acelerados o, a la inversa, de un vigoroso vigor y expansión del pecho. Si haces ejercicio hasta que estés sin aliento, la opresión bastante desagradable del pecho que experimentarás es similar al aspecto físico de la pena, mientras que un latido acelerado y martillante se asocia con el miedo.
El corazón es muy sensible a la adrenalina de esta manera porque se necesitan cambios en la frecuencia cardíaca para permitir un esfuerzo repentino, y en el pasado, cuando estábamos evolucionando en un estado de naturaleza, el tipo de cosa que podría hacerte sentir un gran miedo repentino era probable que fuera algo de lo que necesitabas huir muy rápido, como un leopardo o un enemigo tribal con una gran lanza.