¡Nunca tienes que decidir realmente! Solo necesitas sentir. Siente ese sentimiento de familiaridad, de genuinidad. Cuando sientes que en la otra persona, es cuando empiezas a relacionarte. A partir de aquí, el resto es realmente un paseo de pastel básicamente. Entonces empiezas a descifrar, a averiguar qué deriva la otra persona y por qué en absoluto. Subconscientemente, comienzas a inmovilizar las intenciones de la otra persona. Cuando puedes sentir sinceramente la bondad en los demás, es cuando empiezas a sentir empatía y cuidado.
Y cuando te importa, aprendes a vivir en armonía, armonía del bienestar de todos. Y cada decisión tomada a raíz de eso nunca puede estar equivocada.