Como he dicho en otra parte, nunca permitiré que nadie me pida un rescate por nada. Así que, en este sentido, lo sacudiría. Él puede hacer lo que quiera, dentro de los límites de la ley.
En resumen: nadie es un enemigo para mí, a menos que hayan herido a los que amo. Darme daño no cuenta. No le daré la satisfacción de ser un enemigo. 😉