Las personas que enfrentan dificultades para expresar sus emociones son, en la mayoría de los casos, aquellas cuyas necesidades emocionales no fueron satisfechas por sus cuidadores.
Las personas que han sufrido negligencia por parte de sus padres, parejas románticas o cualquier otra figura de apego, tienen más probabilidades de reprimir sus sentimientos.
Si se abusa emocionalmente, mediante la trivialización de los sentimientos o el encendido de gas, uno desarrolla desconfianza hacia las personas. A menudo, en tales casos, la persona se siente abrumada por su temor a ser mal entendida o percibida como débil. Esto les impide abrirse a las personas.
Suprimir la emoción de uno también puede ser una respuesta a sentimientos sexistas desenfrenados en la sociedad. Por ejemplo, “Los niños no lloran”, “Hombre arriba”, etc. son frases admonitorias muy usadas para los hombres. Los hombres que son emocionalmente expresivos se llaman “mariquitas”. Las mujeres por otro lado están acusadas de “jugar la carta de la mujer” por manipulación, si se expresan emocionalmente.
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Vivimos en un mundo insensible y, como resultado, desarrollamos capas de escudos para protegernos contra cualquier posible daño. Sin embargo, se sabe que la supresión emocional causa más daño que ningún bien.
(Este artículo puede ser útil: la supresión emocional causa daños graves a cuerpos, mentes y espíritus)