Para mí, significa que mi esposo agrega más felicidad que infelicidad a mi vida, por un amplio margen. Él me hace feliz mucho más a menudo de lo que me pone triste, enojado, herido o asustado.
También significa que hay un piso en lo mal que me hace sentir. Si me hiciera feliz el 90% del tiempo, pero miserable, furioso y devastado el 10% del tiempo, no lo haría. Las experiencias extremadamente negativas arruinarían nuestro matrimonio, incluso si fueran raras. Afortunadamente, aunque a veces me molesta o me desilusiona o lastima mis sentimientos, nunca es agonía.
Finalmente, significa que nuestro matrimonio se basa en una base sólida de respeto mutuo y amabilidad. Cuando sentimos cosas desagradables entre nosotros, no tomamos eso como una excusa para tratarnos como basura. No nos insultamos ni nos despreciamos ni nos despedimos. Confío en él, y en mí mismo, para buscar soluciones productivas al conflicto en lugar de intentar “ganar” a cualquier costo.
Y nos divertimos juntos. La diversión hace que la vida valga la pena.
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