Es desgarrador.
Es como cargar un peso en tu pecho todo el tiempo, uno que aumenta de peso cada día, ya que tu corazón no puede dejar de pensar en esa persona.
Es feliz, a veces, cuando la fantasía de estar con alguien te llena de mareos de alegría.
Es triste, entonces, cuando te das cuenta de que la fantasía realmente es solo una fantasía.
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Hay un pequeño rayo de esperanza, que tal vez puedas hacer realidad esa fantasía. Tal vez hay una posibilidad.
Esa pequeña franja de esperanza es burlona, atractiva y entrañable. Permanece en tu corazón entre la felicidad y la tristeza, y te mantiene en movimiento.
Duele. Realmente lo hace.