Es una mentira difícil de sacudir, porque es una mentira que crea sus propias verdades. Las mujeres, todos los días, son alentadas a asumir roles menos poderosos. Sé la princesa bonita, no el caballero o el superhéroe kickass. Las mamás y los papás permiten e incluso animan a sus niñas a mostrar debilidad más de lo que normalmente hacen con los varones, porque se considera más aceptable. No lo hacen por malicia, pero como se les ha enseñado que las niñas son más débiles, las tratan de esa manera, mimándolas cuando les dicen a sus hijos que lo “chupen”. Y muchas veces, las personas que son tratadas como débiles resultan de esa manera, no debido a su sexo, sino porque así es como han sido educados para ser. Los niños también son presionados más para tener éxito en la educación superior, si no es por sus padres, luego por la sociedad en general, lo que les dice que si no tienen éxito, no son “hombres reales”.
Pero este no es siempre el caso. Conozco a muchas mujeres cuyos padres las presionaron de la misma manera en que muchos padres presionan a los niños: esas mujeres son, en promedio, igual o más exitosas que la mayoría de los hombres que conozco. También conozco a niños cuyos padres los miman (no puedo pensar en ningún hombre que conozca para quien esto sea verdad por el simple hecho de que no los conozco desde hace mucho tiempo), y bueno, están resultando ser todos tan débil como me han dicho que se supone que deben ser las chicas.
En lo que respecta a sacudir esta creencia, es una cosa difícil de hacer. Imagina que sabes lo que sabes y tienes esos pensamientos intrusivos que tienes, mientras eres mujer. Ese soy yo. Y cuando sucede, mi ansiedad por lo que estoy haciendo va hasta el punto de que no puedo hacerlo con éxito (incluso si es algo muy simple, como una ecuación algebraica o una pregunta de Quora sobre biología evolutiva). Una vez que me acuerdo de esos hechos y de cómo mi mente ha sido colonizada por estas mentiras, mi estrés disminuye y me encuentro perfectamente capaz una vez más … pero es algo muy difícil de sacudir. Y ese es el estrés que enfrentan las minorías todos los días: los estereotipos y las mentiras son cosas poderosas, incluso cuando sabemos que no son ciertas. Tal vez un buen punto de partida sería comprender el estrés y la ansiedad que conlleva negar estos estereotipos cuando se dirigen a usted (si usted es un padre soltero o un hombre de color, o de alguna manera se siente incómodo con el estereotipo de qué “hombre real” se supone que debe ser, no debería ser demasiado difícil). No creo que las diferencias sean precisamente iguales, pero creo que la empatía es una de las armas más poderosas contra los prejuicios que tenemos.
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