Estoy de acuerdo con Sara Erickson en que debes elegir un momento de calma y tener una actitud respetuosa, lo que te ayudará a verte maduro y razonable.
Sin embargo, a veces, los padres no somos buenos para escuchar lo que nuestros hijos quieren o creen. Tenemos nuestras propias ideas fijas y, a veces, no somos tan abiertos como deberíamos a ideas diferentes a las nuestras.
Si descubres que no importa lo que hagas, te acusan de responder, quizás puedas escribirle una carta a tus padres. Dígales que le gustaría hablar con ellos, pero les cuesta expresarse adecuadamente cuando las cosas se calientan. Pregunte si puede sentarse y ser realmente honesto con ellos sobre algunas cosas, sin ser acusado de volver a hablar.
Si tus padres aceptan sentarse tranquilamente, aprovéchalo al máximo. Se honesto pero respetuoso. Si hay cosas que te gustaría (por ejemplo, un toque de queda posterior), diles qué estás preparado para hacer a cambio (como las tareas o estar al tanto de tu tarea). Si cree que ya está siendo responsable y está siguiendo todas sus reglas, señálelo amablemente.
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Si las cosas que desea discutir con sus padres son problemas realmente grandes, por ejemplo, diferencias en las creencias morales o religiosas, quizás tenga que darse cuenta de que nunca estará completamente de acuerdo con esas cosas. Mientras vives en su hogar, respeta sus creencias y sigue la corriente. Cuando seas adulto y tengas tu propio hogar, serás libre de vivir de acuerdo con tus propios valores.