Sé que la riqueza puede ser intimidante, pero no hace que alguien sea mejor que tú o que de alguna manera sea menos valioso que ellos. A menos que el Sultán tenga el poder de castrarte por hablar con su hija, entonces invítala como lo harías con cualquier otra mujer. Usa tus fortalezas y talentos naturales, muéstrale el respeto que todas las mujeres merecen y muéstrale que amas y por qué, y quizás ella también aprenda a amarlas. Como mínimo, la habrás introducido en algo diferente y expandir el mundo de alguien siempre es una cosa genial Tal vez ella te devuelva el favor y te muestre algo de su mundo que nunca hubieras experimentado de otra manera. Como Arthur dijo: “¿Alguna vez has almorzado en un yate?”, “No”, ella respondió: “¿Está bien?”, “No apesta”, dijo Arthur.
Ambos pueden aprender unos de otros. Eres tan buena como ella, nunca lo olvides.