Es una lucha constante. No tendrás paz mental. Se lo juzgará por las decisiones cotidianas de la vida cotidiana, así como por las principales opciones que cambian la vida. Sus fallas y errores estarán en las carteleras y su éxito se silenciará a través de susurros.
Te preguntarás, ¿el mundo es confuso o estoy loco? Serás llamado sin corazón, egoísta, malintencionado y muchos otros nombres coloridos de vez en cuando de la misma gente de la que esperas respeto y amor. Por último, pero no menos importante, se culpará a tus padres y, por supuesto, no se escatimará en criar a una hija que puede pensar, decidir y cuidar de sí misma.