En el espectro emocional, los sentimientos cálidos o buenos son más perecederos. El odio tiene un origen en la inseguridad y tiende a asentarse en los rincones y grietas de una persona. Recordamos las heridas con las que nunca lidiamos, por lo que la propaganda puede subirse a esas emociones, usando el miedo.
Cuando te lastimas, apartas el dolor o te distraes de él. Eso crea resonancia, o ecos que pueden ser explotados.